Como ayudante, creo que es importante reconocer que todo lo que hemos logrado no hubiera sido posible sin la ayuda de Dios.

Él ha sido nuestro guía y nuestro apoyo incondicional en cada paso del camino. Agradezcamos su benevolencia y dejemos que su presencia continúe inspirándonos a trabajar juntos por un mundo más justo y compasivo.

Siempre recordemos que, aunque enfrentemos desafíos y obstáculos, Él es la fuerza que nos impulsa a perseverar y a tener éxito en nuestra misión.

Sigamos trabajando unidos con un corazón lleno de gratitud y una mente llena de esperanza, sabiendo que con la ayuda de Dios podemos marcar la diferencia en la vida de aquellos que lo necesitan.